Y aquí os traigo la segunda entrega del reportaje que inicié el lunes, aunque en realidad poco me resta por decir. Hoy encontraréis más instantáneas de enorme interes sociocultural, al retratar a los protagonistas de la que está llamada -¿seguro?- a ser la revolución social más importante del siglo XXI, con profusión de eslóganes dotados de una creatividad suprema –las dos primeras instantáneas son prueba de ello- e incluso algunas un poco fuera de lugar, como ese one love, one heart de la novena imagen, que no sé si pertenece a este acto reivindicativo o se la dejaron allí después de algún concierto de Justin Beaver. También tenemos a unos concienciados músicos callejeros –sin duda una versión descamisada de cantautores de antaño tipo Paco Ibáñez- cuyos instrumentos lucen pegatinas de hierbas medicinales, un Ché Guevara –coño, ahora sí que veo que esto es una revolución como Dios manda, nos ha faltado un poster de Pasionaria para ser fashion total-, y más utilización patillera de la A anarquista –no le pongas nombre dicen, pues a mi se me ocurren varios para esta pachanga- con la que ilustrar una bonita y completa tarde primaveral barcelonesa en la que hice historia amiguitos, sí, porque fui uno de esos indignados del 15-M que abandoné mis quehaceres y me planté en la Plaça Catalunya para sentir en mi cara la brisa del cambio. Total, que ya que estaba allí me dio por captar algo de belleza –véase sexta fotografía- e inmortalizar a esa pelirroja que, mientras sus compañeros de improvisada asamblea escuchan a una ponente que megáfono en mano habla de algo a lo que no presté atención, parece preguntarse por qué extraña razón ha decidido pasar la tarde en la máquina del tiempo en lugar de irse a la Barceloneta con las amigas a comerse un helado de pistacho. Y lo peor de todo esto amiguitos es que en realidad mi sarcasmo oculta una profunda decepción porque hace unos días yo también era un indignado con ilusión que tenía el pálpito de que algo se movía, algo importante. Lo malo es que, a veces, la triste realidad nos despierta y entonces soñar es de ilusos porque –por muy bien que quede-, bajo los adoquines nunca está la playa.
Esa rubiaca no se te podía escapar, ¿eh?
ResponderEliminar;)
ResponderEliminarDebo reflexionar...
ResponderEliminarVenga Nexus, dale caña al tema!
ResponderEliminarCreo, que lo heos dicho todo, sí tengo tiempo, publicaré un tbo de un menda que m'a gustado acerca de esto...