sábado, 15 de enero de 2011

Reflexión


Piltrafillas, no soy precisamente un amante de las multitudes. En realidad no soporto la masificación ni el aborregamiento ni nada que se le parezca. Mi mujer se enfada porque cuando paseamos por alguna ciudad del extranjero, mi subconsciente hace que sin quererlo acabe desviándome de los caminos transitados por la muchedumbre hasta desembocar en zonas poco recomendables. Soy de los que, si entro en una tienda –cosa que hago más bien poco- y se me acerca un dependiente para preguntarme si necesito algo, me incomoda. Total, que aún considerándome una persona afable y con suficiente desparpajo como para que en una reunión de amigos o familiares se me vea bastante integrado en el entorno, lo cierto es que como mejor me muevo es en solitario. De ahí que fuese capaz de irme a pasar ocho días a Japón yo solito hace unos cuantos años.
Pero me estoy desviando, lo que os quiero contar es que no es que hoy tuviese demasiadas ganas de –llegado el sábado- levantarme a la misma hora que toda la semana e irme a hacer cola a las puertas de la Sagrada Familia cuando lo normal en un día soleado como el que hoy ha hecho en Barcelona aconsejaba marcharse a pasar el día en la montaña con las mochilas y unos bocadillos o paseando por algún pueblecito de la costa. Pero familia obliga, y cuando uno quiere evitar malas caras se va con la suegra, la mujer y los cuñados donde haga falta. Y de eso tengo experiencia. Así que a las diez de la mañana –justo cuando la gente normal que no trabaja los sábados afrontaba desde su cama el fin de semana- yo estaba haciendo cola junto a miles de frikis que como yo se comportaban como si mañana fuese a caerse a pedazos la Sagrada Familia. Es cierto que el acceso hoy fuese gratuito, que la entrada habitual cuesta 12 euros y que todos pudimos ver con motivo de la visita del Papa lo bonito que había quedado el interior del templo. Pero que a las diez de la mañana hubiesen dos manzanas de cola –varias colas en realidad, que partían de diferentes puntos y se juntaban en otros provocando el caos y el enfado de los que llevaban más tiempo al pie del cañón- y la Guardia Urbana haya tenido que cortar dos calles me parece excesivo. Un verdadero caos organizativo amiguitos, y un monumental problema de seguridad que por suerte no ha sido aprovechado por ningún loco.
A principios de mes ya hubo una jornada –creo que en total serán cuatro- de puertas abiertas. En aquella ocasión la afluencia llegó a las 20.000 personas, algo que tendría que haber alertado a los organizadores de cara a la de hoy pero que a todas luces no se ha tenido en cuenta. En fin, que toda esta perorata es para anunciaros que mañana os ofreceré la pequeña selección -en realidad tampoco hay tanto que ver- de instantáneas correspondientes a esta mañana de sábado en la que me han hecho levantar temprano para ver el interior de la Sagrada Familia, como si –ay señor- fuese la última ocasión de hacerlo. Lo que hay que hacer por la familia, no la sagrada, la mía.
Ah, la foto que adjunto la he hecho a la salida del templo y corresponde a una estación de bicicletas.

5 comentarios:

  1. Desde luego para usté la familia es sagrada, y por supuesto los esfuerzos que hace por ella le convierten en santo, otra faceta diferete a la de artista-

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  2. Ja ja ja..., mujer, si escuchásemos a la otra parte (o partes, si metemos en el saco a suegra, cuñados y los diferentes etcéteras) seguramente discreparían un poco de ese punto de vista. Pero eso es porque tienen una venda en los ojos.

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  3. Wuah!
    Te entiendo K P!
    Esperando estoy tus "instantantes"
    :)
    :)
    :)
    Son ellos los que no entienden!
    ;)

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  4. ¡¡¡JA, JA, JA!!! ¡Que pringado! No me lo puedo creer. ¿Usted haciendo cola para entrar en la Sagrada Familia? ppfffffffffff... jua,jua,jua... Ay perdone, que me parto...
    :-)))

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  5. Haga leña de árbol caído, haga leña.

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