Inaugura la sección cinematográfica del fin de semana la japonesa Maid Droid, la primera de las cintas que he disfrutado estos días de asueto. Piltrafillas, comienza la película con una violación, pero no una normal –si es que tal apelativo se puede emplear en un acto de este tipo- sino una en la que el atacante es una especie de engendro mecánico con tendencias lúbricas. Tras los títulos de crédito conocemos al señor Ueno, un hombre mayor que posee una criada androide –de ahí el título de la cinta- desde hace muchos años, mucho tiempo antes de que sus padres falleciesen. En la actualidad, desgraciadamente, ese modelo de doncella ya no se fabrica por lo que –sin piezas de repuesto y con las baterías agotadas- la “vida” de la asistenta robótica parece que ha tocado a su fin. Como os podéis imaginar, las tareas en las que la Maid Droid se ocupaba no se limitaban a la limpieza del hogar, sino que iban mucho más allá.
Mientras tanto, esa historia de amor y servidumbre mecánica que Ueno evoca se entremezcla con la de la inspectora Akagi y sus compañeros, quienes intentan dar caza al violador en serie que está atemorizando a las mujeres de la ciudad de Tokyo. En fin amiguitos, una cinta bizarra y extraña cargada de sexo softcore –lo que los japoneses llaman pinku eiga, literalmente cine rosa- que tiene algunos momentos tiernos y que en conjunto resulta interesante, más que nada por lo surrealista del argumento. Para los que quieran ver un producto erótico de bajo voltaje y alto exotismo.
Mientras tanto, esa historia de amor y servidumbre mecánica que Ueno evoca se entremezcla con la de la inspectora Akagi y sus compañeros, quienes intentan dar caza al violador en serie que está atemorizando a las mujeres de la ciudad de Tokyo. En fin amiguitos, una cinta bizarra y extraña cargada de sexo softcore –lo que los japoneses llaman pinku eiga, literalmente cine rosa- que tiene algunos momentos tiernos y que en conjunto resulta interesante, más que nada por lo surrealista del argumento. Para los que quieran ver un producto erótico de bajo voltaje y alto exotismo.
Vale!
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Pensamiento:
¿Será nuestro fin como raza humana, el sobrevivir con esclavos mecanicos y con lo que ni el pudor ni la etica nos paren, pues son lo que son?
No, no creo. Al menos, nuestros ojos no lo verán.
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