domingo, 10 de octubre de 2010

¡Jesús!


Piltrafillas, a veces se me ocurren cosas que no son normales, entendiendo como tales aquellas en las que normalmente la gente no repara, más que nada porque son perfectas memeces sobre las que no cabe debatir. Pero no le puedo hacer más, ese soy yo, el de los conocimientos inútiles ¿o es que a alguien le importa que una joven malagueña llamada Ana Delgado se convirtió en Princesa de Kapurtala?, porque hace años que yo ya lo sabía. Total, que se me ocurre ahora que no encuentro una razón lógica por la que se deba considerar de buena educación –y por tanto de mala educación el no hacerlo- decirle a alguien “Jesús” o “Salud” después de que estornude. El origen de tal superchería es de todos conocido –y si no, ahí está la Wikipedia-, pero sabiendo hoy en día que se trata de un fenómeno fisiológico que no merece invocación protectora alguna –más bien que nos apartemos para evitar que nos alcance algún microbio- no entiendo la razón por la que quede feo que al oír como alguien estornuda no le soltemos la palabreja de marras. Yo lo hago sin darme cuenta, aunque intento evitarlo huyendo de una reacción que considero más cercana a la superstición que a las buenas costumbres. Por esa razón tengo que aguantar a veces después de que alguien próximo estornude que se me diga “se dice salud” mientras los que me rodean me dedican miradas de desaprobación. Pero, a ver cretinos, ¿es que cuando toso alguien me dice algo? ¿o cuando bostezo? ¿o si me coge hipo?. En fin amiguitos, que sepaís que seguiré intentando hacerme el sordo cuando alguien estornude a mi vera, pero no es porque no haya ido a un colegio de pago, es que no me da la gana de decir cosas sin sentido porque sea lo habitual. Y ahora os preguntaréis ¿era necesaria una entrada de este tema?, pues seguramente no, pero es que ya os he dicho muchas veces que soy algo rarito.

2 comentarios:

  1. Lo sé, la rareza nos es de común patrón.
    Pero a estas alturas de mi carrera, me la pela...
    Ya no me importa, que un tio, entre en la tienda abarrotada de cleintes heterosexuales, y me diga:
    ¿Donde esta la cosa mas guapa de la Elipa -barrio-
    Yo, ya sé quien soy.
    Hicime igual pregunta e hice lo mismo.
    Luego, después de mi catarsis, digo salud o jesus indistintamente.
    Me sigue pareciendo una memada de supino gusto, pero la peña es feliz y yo sonrio integrado...
    ¡Necios!

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