Piltrafillas, en este fin de semana complicado –llamémosle así- sólo os puedo comentar una película, la única para la que ayer noche encontré un momentito. Se trata de Al límite, la última de Mel Gibson en un papel de esos de poli de toda la vida, un inspector que se limita a hacer su trabajo de forma efectiva aunque sin haberse creado una legión de enemigos. Lo que nos cuenta el argumento es el asesinato de su hija –todo un golpe de efecto al principio de la cinta- a manos del servicio de seguridad de una empresa que cuenta con el beneplácito del gobierno a la hora de llevar a cabo sus oscuras operaciones, todo sea por la seguridad nacional.
Al límite es muy simple, aunque está bien hecha y Mel Gibson resulta convincente como apenado e implacable padre que no intenta resolver un enigma –de hecho averigua toda la trama de una manera excesivamente sencilla- ni llevar a los culpables ante los tribunales, algo que sabe que –debido a la naturaleza de los implicados, entre los que se encuentra un senador- sería del todo imposible. No amiguitos, lo que el inspector Craven busca es únicamente venganza y como podéis imaginar va a satisfacer sus ansias con creces. Desde ese punto de vista, la cinta –sobria, con poca acción espectacular o de fuegos de artificio- cumple su cometido. Sin embargo, hubiese deseado algo más de profundidad en los personajes que retrata muy de pasada o no explica lo suficiente aún siendo de importancia capital en el desarrollo de la trama. Pero parece que la película se basa en un telefilm de los años 80 y claro, es difícil condensar en poco menos de dos horas la duración de una serie de televisión sin que se resientan algunos personajes. En fin, que Al límite es una película distraída que no engaña –desde el principio se sabe qué es lo que ocurre y se intuye como va a terminar- y cuyo peso recae casi exclusivamente sobre los hombros de un Mel Gibson que borda el papel de padre coraje sin histrionismos ni sentimentalismo. Para piltrafillas amantes del género policíaco que quieren pasar el rato con un producto de más nivel que una típica peli de tiros y acción, aunque sin estrujarse demasiado las neuronas.
Al límite es muy simple, aunque está bien hecha y Mel Gibson resulta convincente como apenado e implacable padre que no intenta resolver un enigma –de hecho averigua toda la trama de una manera excesivamente sencilla- ni llevar a los culpables ante los tribunales, algo que sabe que –debido a la naturaleza de los implicados, entre los que se encuentra un senador- sería del todo imposible. No amiguitos, lo que el inspector Craven busca es únicamente venganza y como podéis imaginar va a satisfacer sus ansias con creces. Desde ese punto de vista, la cinta –sobria, con poca acción espectacular o de fuegos de artificio- cumple su cometido. Sin embargo, hubiese deseado algo más de profundidad en los personajes que retrata muy de pasada o no explica lo suficiente aún siendo de importancia capital en el desarrollo de la trama. Pero parece que la película se basa en un telefilm de los años 80 y claro, es difícil condensar en poco menos de dos horas la duración de una serie de televisión sin que se resientan algunos personajes. En fin, que Al límite es una película distraída que no engaña –desde el principio se sabe qué es lo que ocurre y se intuye como va a terminar- y cuyo peso recae casi exclusivamente sobre los hombros de un Mel Gibson que borda el papel de padre coraje sin histrionismos ni sentimentalismo. Para piltrafillas amantes del género policíaco que quieren pasar el rato con un producto de más nivel que una típica peli de tiros y acción, aunque sin estrujarse demasiado las neuronas.
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