Amiguitos, finalizo con una serie dedicada al Hospital de Sant Pau. ¿Sabéis?, hasta hace poco este hospital –hoy relevado por un edificio de nueva creación- era el que por suerte o por desgracia dependiendo de la ocasión me ha tocado visitar a menudo al encontrarse próximo a mi hogar. Así, en sus dependencias de urgencias he pasado minutos de nerviosismo e incertidumbre en diversos episodios relacionados con los miembros de la familia, han intervenido en varias ocasiones a mi esposa y falleció mi suegro. Por otra parte –no todo van a ser momentos malos- en él nació mi hija. Es por eso que en los diversos pabellones del recinto del que es el mayor conjunto modernista de Europa -una zona frecuentada por turistas de todo el mundo que han deambulado durante años por sus jardines sin reparar en las miles de historias de tristeza y desamparo que se daban tras las fachadas de los edificios proyectados por Domènech i Montaner- ha pasado muchas horas este que os escribe. Por todo ello, cuando el sábado se abrieron de nuevo sus puertas –ya os he dicho que el hospital como centro médico ha sido trasladado a una ubicación anexa- pensé que sería una buena idea pasarme por ahí a hacer de turista, a fijarme en la parte artística únicamente. Sin embargo no pude. Por un lado, la jornada de puertas abiertas tenía un tufo a acto de propaganda política que tiraba de espaldas. Sólo cuatro de la totalidad de pabellones estaban abiertos al público, dos de ellos ofrecían un audiovisual y el resto estaban por remodelar. Además, los subterráneos del complejo, una de las zonas características del hospital, no se podían visitar. Por otra parte, cualquiera de los que durante años hemos estado en las salas de espera del Hospital de Sant Pau hemos podido admirar mucho más los detalles de las edificaciones que la enorme cantidad de conciudadanos y turistas que este fin de semana hemos hecho cola para entrar en un sitio que –al menos para mi- era y sigue siendo sinónimo de mal rollo, de desazón y angustia. Aún así, ya que estaba, me dediqué a tomar algunas instantáneas que hoy quiero compartir con vosotros. Hasta mañana piltrafillas.
Me incomodan los hospitales.
ResponderEliminarTengo a mi chica todos los días en uno.
Trabaja allí.
¡Toma karma!
No me agradan.
Sus imágenes, siempre me reportan algún hecho terrible.
No digamos cuando mi mente viaja al recuerdo de mi estancia allí.
Una “M”
De las grandes.
Su trabajo es de agradecer y no digamos el texto.
Me iba a quedar con 2 o 3, pero al final me cautivan todas por una u otra razón.
Me imagino, sin guasa laguna, su peregrinar por aquellas estancias.
No sé, pero quizás, no sean las suyas del todo, porque quedan entremezclada con las mías.
En cuanto al tufo político.
No lo dude, es el ticket que debemos pagar los ciudadanos por tener arte y otros menesteres.
Los muy necios, no saben que sabemos, que quienes hemos puesto el trabajo, el dinero y el interés, somos nosotros, pero como tienen el poder les damos jabón.
Aunque a veces les lavaría con asperón y los disecaba al sol.
Pero me desvío del tema.
Un saludo man.
¡Son buenas!
ResponderEliminarme quedo con: la 2,5,6,8,10 y la 11. Esta vez si que me ha llegado.
Vaya, pues me alegro de haberle "llegado" esta vez al replicante y de que unas cuantas foticos hayan despertado esos sentimientos y esa prosa en el señor fox.
ResponderEliminarA mi me gustan los baldosines, de dentro y de fuera...soy así...2
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