Es el momento de T.M. Davy, un pintor neoyorquino del que no poseo más información, quien plasma magistralmente en unos óleos de gran realismo tanto su innegable amor por el gran Caravaggio como su homosexualidad, manifestada abiertamente en la mayoría de sus obras en las que abundan las figuras desnudas masculinas en actitudes inequívocas.
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