domingo, 21 de febrero de 2010

Antes que el diablo sepa que has muerto




Ayer vi Antes que el diablo sepa que has muerto, un largo título para casi dos horas de película que no da ninguna pista sobre la gran cinta que se esconde tras él. Así es piltrafillas, me encontré con una obra impresionante que comienza como un thriller y conforme avanza el metraje abandona ese camino para sumirnos en el retrato de las vidas de cada uno de los personajes del drama. La historia que cuenta la película es la de dos hermanos muy diferentes entre sí pero coincidentes en el fracaso en el que se han convertido sus vidas. El uno, Andy, un ejecutivo heroinómano que estafa a su empresa y el otro Hank, un pusilánime al que la pensión alimenticia que debe pasar a su hija no le deja salir del pozo económico en el que se encuentra. Ambos –según una ocurrencia del primero- deciden atracar el negocio de sus padres, una joyería ubicada en un tranquilo centro comercial para conseguir dinero de manera fácil. El negocio tiene un seguro, no hay vigilancia y la dependienta es una mujer de avanzada edad que no opondrá resitencia. El golpe debe ser rápido, sin violencia y efectivo. Sin embargo Hank le pide ayuda un amigo para llevar a cabo el atraco, y las cosas se tuerce de manera dramática.






Amiguitos, debo recomendaros que –si no lo habéis hecho ya- consigáis una copia de Antes que el diablo sepa que has muerto y la disfrutéis sin palomitas, ni gintonics ni nada que os pueda distraer del impecable trabajo de cada uno de los actores que intervinen en la cinta, unos geniales Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawke como Andy y Hank, pero también un desgarrador Albert Finney y una efectiva Marisa Tomei en el papel de Gina, la mujer que ejerce de nexo de unión entre los dos hermanos. La historia –que está rodada según los puntos de vista de los diversos personajes- va formando poco a poco el puzzle que nos da finalmente la visión global de la desesperación y frustraciones de cada uno de los miembros de esa familia que un día es golpeada por la desgracia. Es de destacar la música de Carter Burwell –que no me suena de nada, para qué mentiros-, una melodía que se va repitiendo durante toda la película y que acompaña perfectamente la tristeza y desasosiego de los personajes. Y aunque en mi opinión la cinta de Sidney Lumet deja al final algún cabo suelto que no comentaré para no destriparos nada, lo cierto es que eso no afecta al sabor de boca agridulce –la película está muy bien hecha, pero la historia que cuenta no es para dejarle a uno animado- que seguro que a los amantes del buen cine os quedará. Definitivamente, no os la perdáis, hacedme caso piltrafillas.

4 comentarios:

  1. Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaire a verla

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  2. Genial película sin duda, tiene una atmósfera extraña que atrae y asquea al mismo tiempo. Ah King si no has visto "Martyrs" te la recomiendo, me gustaría leer tu crítica sobre ella.

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  3. Pues seleccione el tag CINE y vaya tirando "patrás".
    1- Quizás descubra alguna cinta interesante y
    2-Se encontrará con la crítica que menciona porque sí que la he visto (y he escrito sobre ella).

    Saludos. En breve le visito.

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