Amiguitos, hoy es uno de esos habituales jueves en los que –salvo contadísimas ocasiones- entro a trabajar a las nueve de la mañana, almuerzo en el mismo edificio –con lo que eso de desconectar lo llevo claro- y salgo a las ocho de la noche, hasta las narices de todo y de todos –soy un quejica, lo sé- después de ser convocado a una reunión con informáticos que desgraciadamente no se ha llevado a cabo y a otra -que desgraciadamente sí se ha realizado- con el presidente de la empresa, el tesorero, el vicepresidente y un asesor externo. Por eso os ruego que no tengáis en cuenta desvaríos tales como este. Ha sido ver a esta joven con el lobito y acordarme del cuento de Charles Perrault. En fin.
Sus cuerpos parecen comenzar a fundirse en uno
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