Piltrafillas, para terminar las críticas de este fin de semana os hablaré de otra película poco común. Si menciono el nombre Marisol, supongo que a la mayoría de vosotros –el resto no sabréis ni de quien os hablo- os vendrá a la memoria aquella cría angelical y pizpireta que protagonizó Tómbola, Marisol rumbo a Río o –más tarde y entre otras- Búsqueme a esa chica, una malagueña a la que en su preadolescencia le vendaban el busto para que el pecho no se le notase en la pantalla. Pues bien, con veinticuatro años ya y tres después de rodar Urtain el rey de la selva, un infumable docudrama a medida de la figura de José Manuel Ibar –boxeador y harrijasotzaile de Cestona-, Marisol decide cortar de una vez por todas con su imagen virginal y protagoniza La corrupción de Chris Miller. La cinta, dirigida por Juan Antonio Bardem, cuenta la historia de Ruth Miller y su hija Chris, que viven solas en la mansión familiar años después de que el padre de la segunda las abandonase. Ruth, despechada, detesta la memoria de su marido y vuelca su rencor en su hija Chris –quien sigue esperando que algún día su padre regrese o le escriba- a quien trata con una mezcla de amor y odio que la lleva incluso a mantener una insinuada relación lésbico-incestuosa.
En ese escenario aparece un joven apuesto que recorre el país con su guitarra y que es acogido en la mansión por Ruth. Sin embargo, el joven seduce a la madre pero intenta hacer lo mismo con la hija en el marco de un triángulo amoroso que no augura nada bueno ya que Chris Miller es una joven traumatizada por una violación que sufrió años atrás y a raíz de la cual siente pavor por la lluvia –el hecho tuvo lugar en las duchas de un gimnasio- y el contacto físico con los hombres. En esas que aparece la noticia en los periódicos del brutal asesinato de una conocida cantante. Cuando Ruth, celosa de su hija, echa de casa al joven tienen lugar más asesinatos y la policía no tarda en advertir que siempre que estos ocurren diversos testigos declaran haber visto a un joven con mochila y guitarra rondando por la zona. Total amiguitos, como ya os he dicho al principio, La corrupción de Chris Miller es una cinta poco común, tanto en la cinematografía de su realizador como en la de Marisol. La cinta –que es algo así como la mezcla de un drama clásico norteamericano con una película de la Hammer- cuenta con el morbo de ver a la hasta entonces asexuada Marisol interpretando a una joven violada e incestuosa, pero es –en mi opinión- de nivel bastante bajo. La actriz malagueña, a la que precisamente no le faltaban tablas en el momento de rodarla, se ve acartonada y fuera de lugar. Por contra, Jean Seberg –sin ser el papel de su vida- está mucho más acertada en la composición del personaje. En fin amiguitos, que es una película distraída, pero intrascendente. Aún así es una buena manera de desterrar de la memoria a la cargante niñita hiperactiva y cantarina que de pequeños veíamos en aquellas tardes en blanco y negro frente al televisor.
En ese escenario aparece un joven apuesto que recorre el país con su guitarra y que es acogido en la mansión por Ruth. Sin embargo, el joven seduce a la madre pero intenta hacer lo mismo con la hija en el marco de un triángulo amoroso que no augura nada bueno ya que Chris Miller es una joven traumatizada por una violación que sufrió años atrás y a raíz de la cual siente pavor por la lluvia –el hecho tuvo lugar en las duchas de un gimnasio- y el contacto físico con los hombres. En esas que aparece la noticia en los periódicos del brutal asesinato de una conocida cantante. Cuando Ruth, celosa de su hija, echa de casa al joven tienen lugar más asesinatos y la policía no tarda en advertir que siempre que estos ocurren diversos testigos declaran haber visto a un joven con mochila y guitarra rondando por la zona. Total amiguitos, como ya os he dicho al principio, La corrupción de Chris Miller es una cinta poco común, tanto en la cinematografía de su realizador como en la de Marisol. La cinta –que es algo así como la mezcla de un drama clásico norteamericano con una película de la Hammer- cuenta con el morbo de ver a la hasta entonces asexuada Marisol interpretando a una joven violada e incestuosa, pero es –en mi opinión- de nivel bastante bajo. La actriz malagueña, a la que precisamente no le faltaban tablas en el momento de rodarla, se ve acartonada y fuera de lugar. Por contra, Jean Seberg –sin ser el papel de su vida- está mucho más acertada en la composición del personaje. En fin amiguitos, que es una película distraída, pero intrascendente. Aún así es una buena manera de desterrar de la memoria a la cargante niñita hiperactiva y cantarina que de pequeños veíamos en aquellas tardes en blanco y negro frente al televisor.
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