viernes, 6 de noviembre de 2009

O lo cuento o reviento


Érase una vez una empresa en la que –desde siempre- los directivos tenían la extraña manía de considerar que sus empleados eran poco menos que unos vagos iletrados a los que era necesario –más aún, obligado- tratar como a ganado. Hace más de dieciocho años, un jovencito despreocupado y atolondrado fue a parar a ese agujero engañoso, una dimensión paralela en la que gastar su salud mental y sus energías a cambio de unas monedas. La soltería, la libertad, la posición desahogada de unos padres que pagaban manutención, ropa, y educación propiciaban que el joven, ciego ante la realidad, se permitiese realizar viajes a países lejanos, coleccionar libros, música... incluso pagarse al contado un automóvil deportivo. Y el pobre desgraciado, obnubilado por una vida regalada, abandonó los estudios, olvidó sus aficiones y aceptó más responsabilidades en la empresa.

Cuando el amor –un sentimiento que él nunca antes había imaginado que llegaría a experimentar- llamó a su puerta, era ya tarde para compartir con su pareja sus inquietudes. Entonces el –no tan joven ya- empleado de esa empresa siniestra con dos caras, la pública y la de puertas hacia adentro, fue consciente de que las monedas ni eran tantas, ni aumentaban con los años ni valían como contraprestación por su dedicación, y lo que era peor, comenzaban a no ser suficientes para soportar su nueva vida, tan llena de nuevas obligaciones económicas. Los años pasaron, la familia aumentó, las responsabilidades también y con ellas la desagradable sensación de estar amarrado a una enorme rueda que giraba inexorablemente acompañada de las risotadas de los jefes y de la que no se podía escapar. Un día ese empleado, llegada la cuarentena, hastiado, amargado, desilusionado, ve que ha conocido ya a tres presidentes de la entidad y a infinidad de miembros de sus órganos de dirección y que tiene bajo su cargo a una reducida plantilla con la que tiene buena relación y que le hacen algo más llevadero el día a día, aunque algo le dice que –como dicen los que saben-, si algo puede ir mal, irá... peor. Ese empleado –lo habréis imaginado todos- soy yo amiguitos.

Y hete aquí que soplan vientos de cambio, los altos cargos de la empresa se renuevan y llega a la nave un nuevo capitán, un marinero de agua dulce que desde la ignorancia –con la ayuda de un asesor a sueldo con el que le une una gran amistad- pretende cambiar el rumbo y la decoración del barco, esa enorme, vieja y sucia galera que se mueve dificultosamente por culpa del mal uso que los diferentes patrones le han dado pero aún orgullosa gracias –precisamente- a esos denostados grumetes que han crecido en su vientre y que, aún no gozando de una existencia cómoda, le tienen cierto aprecio, quizás porque no han conocido otra cosa. En estos momentos un oficial de cubierta se ha jubilado –el primero en casi 100 años de historia, ya que el resto de la marinería fallecía o era echada a los tiburones por la borda- y su trabajo se ha repartido entre mi departamento y el de contabilidad, uno de mis subalternos ha sido trasladado a casa por culpa de una desgraciada enfermedad que le mantendrá para siempre alejado de la vida laboral –pero su trabajo me ha sido entregado-, otro de mis subalternos ha abandonado la nave –pero se me ha comunicado que no existe voluntad de compensar su ausencia, por lo que ¿a que no sabéis quien tiene que hacer su trabajo?- y hace un par de días que el gerente de la empresa se encuentra de baja por –suponemos- ansiedad y depresión, encontrándose a fecha de hoy totalmente ilocalizable, algo que ha puesto de muy mal humor al presidente y a su asesor. Por cierto, que una buena parte del trabajo del gerente también ha recaido en mi persona.
Así pues, con dos jóvenes marineritos que están ahora en aquella fase primera que hace tantos años yo experimentaba –la de la falta de responsabilidades- debo hacer mi trabajo, el de dos galeotes ausentes, la mitad de la faena del oficial jubilado y parte de la del gerente. ¿Comprendéis por qué temo sufrir un ataque al corazón?, ¿por qué me despierto en la madrugada sudando? ¿por qué sueño que estoy en mi puesto de trabajo realizando la faena con la que al despertar deberé ir a encontrarme?, ¿por qué pagan mi esposa e hija mi mal humor? ¿por qué he perdido la ilusión y me encuentro sumido en la rutina?, ¿comprendéis ahora que necesite de una válvula de escape como este inútil y esteril blog?

Pero, ¿por qué os cuento todo esto? Bien. Hace años fui al médico y en lugar de darme la baja por estrés me dijo que hiciese ejercicio. Me dio unas pastillas que me hacían dormir al acabar de cenar –las puñeteras me hacían perder todas las series de televisión nocturnas- y cuando me iba a caminar para hacer ejercicio, le daba tantas vueltas a la cabeza que en lugar de calmarme aún me atacaba más la congoja. Por eso no he vuelto a confiar en los galenos, por eso mi terapia es escribir parrafadas como esta y mostraros fotos o ilustraciones de pintores y fotógrafos, sin olvidar a mis amigas las japonesas guarronas o las críticas de cine. Hasta hace poco, mientras me dedicaba al blog no pensaba en nada.

Ah piltrafillas, pero ya no es así, tal como está la situación no puedo dejar de pensar en mis obligaciones contractuales con la compañía ni mirando el culo de las modelos que os muestro. Por eso os aviso, si en alguna ocasión veis que pasan los días y no entro en el blog, enviadme un e-mail o comprobad el foro –no vaya a ser un problema de Blogger- por si la palmo y no me da tiempo de anunciar el evento en este espacio. En tal caso me gustaría que arrimáseis el hombro y entre todos me dedicáseis una esquela bien friki y original en La Vanguardia o El País. En el ABC no, polamordediosss.

8 comentarios:

  1. Pues la verdad es que no sé qué puedo decir aparte de un "ánimo, y 'palante". El "momento" que atravesamos está lejos de acabar mañana y, por desgracia, cuando las aguas vuelvan a su cauce, los que hayan (o hayamos, en el mejor de los casos) capeado el temporal, difícilmente podremos volver a la situación anterior (i.e. 'X' trabajo/responsabilidad a cambio de 'Y' dinero). Cuando los jefes/clientes ven que se puede hacer el mismo trabajo con menos personal, en menos tiempo y por menos dinero dirán "por qué vamos a cambiarlo, si así hay más beneficio".
    Conclusión: de auí 10 años todos estaremos muy curtidos y tal pero calvos, con la salud delicada y nuestos hijos serán borderlines por culpa de las drogas, las políticas sociales de bodeguilla y las Hanna Montanas de turno.
    Siento no poder alentarle mejor.... hoy no tengo el día.

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  2. Vamos Señor King. La gente de calidad como Usted debe conseguir poder estar por encima de eso, poder decir:"Hasta aqui llego yo".

    Si le sirve de consuleo, en mi empresa hace 4 meses despidieron a 12 personas, becarios en general y algún que otro recieén llegado. No hace falta explicar que mi caso es parecido al suyo, el trabajo extra que supuso tamaña escabechina no se puede ni contar. Claro, la escusa es facil: "Señores, no hay ingresos por lo que tenemos que reducir gastos".

    Dos meses después nos dicen lo mismo: "o reducimos sueldos o hechamos a gente". Y ahí estamos, con bajada del 20% de sueldo y con un 20% mas de trabajo. Y contectos, sonrientes y felices porque el Big Boss alias "XXL" nos permite quedarnos en su empresilla.

    Por eso un servidor intenta mantenerse a flote con eso de : ""Hasta aquí llego yo". Trato de rendir mis 8 horas, pero no mas. Si las cosas no salen, yo me iré a la calle, pero la empresa también.

    En fin, mal de muchos, consuelo de tontos.

    Por si le sirve de algo, su blog me anima bastante cuando llego de currar a casa, alicaido y sin ganas de hablar ni con mi mujer.

    Reciba mi mas cordial y afectuoso abrazo que le entrega este fiel seguidor suyo.

    Como dice AlfVQ: ¡ANIMO y PALANTE!.

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  3. Es lo que intento yo. Eso del "hasta aquí llego" ya lo he pensado, pero me agobia el pensar que si no llego a más, el ue se irá a pique seré yo, no la empresa. Ellos pondrán en mi lugar a uno o dos jovenzuelos sin memoria histórica y encima les saldrá más barato. Muchas gracias por sus palabras y decirle que me alegro de que le anime este -su- blog.
    En lugar de la Comunidad de los piltrafillas podemos llamarle Terapia para piltrafillas puteados.

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  4. creo que todos juntos podemos al menos disfrutar con los blogs propios y ajenos, las cervecillas en los bares y la novia/mujer/amante/oveja o lo que se tenga, ya que hoy por hoy poco más queda.

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  5. Si quieren les doy una pistola a todos juntos... con esa manera de pensar tan negativa no hay a quién se le levante el ánimo, el espíritu, la polla... Siempre es positivo pensar que hay gente que esta peor, para desgracia de ellos y de nuestra sociedad, y que muchos de ellos tienen que ver como sus vástagos van muriendo en sus manos por inanición, pero los hombres fuertes no se derrumban en los malos momentos, se mantienen erguidos, fuertes como faros en medio de la tempestad. Mientrás se tengan manos y salud hay esperanza, hay que sobreponerse a los malos momentos y acordarse de los amigos, de los buenos momentos, de los recuerdos que nos hacen felices para seguir viviendo. Cuántos nos han abandonado ántes de hora y estaban cargados de vida y nosotros que la tenemos no la vamos a saber aprovechar XDDDDDDDDD . Mientrás hay vida hay esperanza, lo que a veces no hay son cojones para dejar un trabajo que nos oprime y nos quita la salud. El trabajo es trabajo nada más, no se puede convertir en nuestro cáncer, no nos puede ganar la partida de la vida. No puede dejar huérfano a nuestra familia de un padre, de un esposo, de un amante. Lo siento hay veces que uno tiene que decir hasta aquí he llegado y buscar soluciones. La salud vale más que todo el oro del mundo.
    Un abrazo y ánimos.

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  6. Jooder, he estado a puntito a puntito de llamar a la oficina y dejar un "a tomar pol culo" en el contestador. Pero seguro que si lo hago no tendré güebos y el lunes me tocará oír -y borrar- el mensaje a mi mismo.
    Se que tiene parte de razón, pero de eso que "es sólo trabajo" depende una hipoteca y los gastos de la manutención de la familia, luego no será "sólo trabajo", digo yo.
    Ah, y eso de que hay niños que mueren de inanición es demagogia pura, caballero. Ya sabemos que los hay que están peor. Si yo tengo una úlcera, me falta un brazo y pierdo la visión de un ojo ya se que hay quien está peor y quizás deba sentirme un afortunado, ¡pero me jode igual!.

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  7. No sabemos quien organiza el mundo, o sí?
    Pero una cosa está clara, lo hacer muy mal.
    No se deje usté undir, tiene estrategias para saber disfrutar de la vida, úselas...

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