domingo, 2 de agosto de 2009

Edmond






Y la última cinta del fin de semana ha sido la decepcionante Edmond. La sinopsis me hacía pensar en una especie de puesta al día de Un día de furia, y la autoría de la historia –del reputado David Mamet, dramaturgo, guionista e incluso ocasional realizador que ha dado al cine una buena cantidad de obras- presagiaba una película de calidad, con una trama enrevesada y diálogos inteligentes. Saber que el protagonista era William H. Macy le daba un punto extra y las caras bonitas de Mena Suvari y Denise Richards me hacían imaginar momentos de erotismo de los que se recuerdan. Pero piltrafillas, la visión de Edmond esta tarde me ha hecho recordar lo poco acertadas que pueden llegar a ser en ocasiones las expectativas que generamos ante diversos aspectos de nuestra vida, en este caso, una tarde divertida ante la pantalla. El bueno de Edmond, ejecutivo en una empresa, un buen día dice basta y lo envía todo a la mierda dejando trabajo y mujer. Ese acto de rebeldía que todos hemos pensado en llevar a cabo alguna vez, al menos en el aspecto laboral –cada uno sabrá lo que tiene en casa-, resulta simpático y comprensible al principio. Sin embargo, conforme vemos que lo único que centra esa necesidad de cambio en la existencia de Edmond es su visita a salas de striptease, burdeles y peepshows o que lo que de verdad le hace sentir vivo es darle una paliza a un tipo nos damos cuenta –al menos esa es mi opinión- que el argumento de la cinta es bastante vacío, una especie de globo con el nombre de David Mamet en grandes letras que sólo tiene aire en su interior.





Filosofía barata, racismo, escenas irreales como la de Edmond ligándose a una joven camarera con un simple “quiero irme contigo esta noche” –y eso que está manchado de sangre y su parloteo es bastante desquiciado-, homofobia y violencia sin sentido. En la mencionada Un día de furia veías como la ira del protagonista iba creciendo mientras su paciencia se colmaba ante las injusticias de la vida que él –estaba loco, no lo olvdéis- achacaba a la sociedad. En esta Edmond, uno acaba con ganas de darle una tanda de sopapos al protagonista, que no se sabe de donde saca tanto rencor y se comporta sin razón aparente cada vez más incontroladamente, como un niño malcriado que no puede frenar su escalada de violencia, todo ello dándonos discursitos. Lo dicho, una decepción. William H. Macy es lo mejor de la cinta, pero tampoco está en su mejor trabajo amiguitos. Y si lo dicho hasta ahora os ha parecido poco, la última parte de la película en prisión es ya para abandonar antes de que aparezcan los títulos de crédito. Era un Mamet piltrafillas, ¿cómo iba a esperarme esto? Pasad de largo.

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