Ahora toca hablar de cine con Shuttle, la primera de las películas del fin de semana. En esta ocasión he escogido un thriller sobre el secuestro de dos amigas que acaban de regresar a casa después de pasar sus vacaciones en la costa caribeña de Mexico, la lanzada Jules y la más discretita Mel, que llega mareada después del vuelo y que descubre –para colmo- que ha perdido su maleta. En el aeropuerto conocen a un par de chicos, el grandullón Seth y Matt el típico ligón. Para regresar al centro de la ciudad desde el aeropuerto las chicas cogen un microbús y aunque en realidad los chicos no tendrían que haber utilizado el transporte público ya que estaba previsto que pasasen a recogerles, resulta que Seth se ha prendado de Jules por lo que deciden acompañarlas. Ni ellos ni ellas imaginan lo mal que lo van a pasar en breve.
En fin piltrafillas, una distraída pero previsible en exceso –al menos para los que somos habituales espectadores de este tipo de cintas- película de suspense que sin demasiada sangre, gritos o escenas espectaculares sabe mantenernos en tensión esperando el desenlace. Un digno divertimento sin más pretensiones que las de hacer pasar un rato ameno. Al principio de la cinta encontramos algún comentario políticamente incorrecto del tipo de “al menos estamos en suelo estadounidense, donde puedes vomitar sin miedo a que mientras tanto te roben un riñón” que no sé si a los mexicanos les hará mucha gracia. Amiguitos, soy de los que opina que –por desgracia- el nivel de seguridad que ofrece Mexico no es como para sentirse del todo satisfecho, pero lo cierto es que sólo en los Estados Unidos –un país en el que según la teoría de un amigo mío las diferentes oleadas de inmigrantes formadas por prostitutas, beatos, delincuentes e individuos de bajo nivel cultural se han ido cruzando genéticamente entre ellas durante siglos dando como resultado una ingente cantidad de degenerados- ocurren cosas como las que nos cuenta Shuttle de una manera tan habitual que incluso se hacen películas.
En fin piltrafillas, una distraída pero previsible en exceso –al menos para los que somos habituales espectadores de este tipo de cintas- película de suspense que sin demasiada sangre, gritos o escenas espectaculares sabe mantenernos en tensión esperando el desenlace. Un digno divertimento sin más pretensiones que las de hacer pasar un rato ameno. Al principio de la cinta encontramos algún comentario políticamente incorrecto del tipo de “al menos estamos en suelo estadounidense, donde puedes vomitar sin miedo a que mientras tanto te roben un riñón” que no sé si a los mexicanos les hará mucha gracia. Amiguitos, soy de los que opina que –por desgracia- el nivel de seguridad que ofrece Mexico no es como para sentirse del todo satisfecho, pero lo cierto es que sólo en los Estados Unidos –un país en el que según la teoría de un amigo mío las diferentes oleadas de inmigrantes formadas por prostitutas, beatos, delincuentes e individuos de bajo nivel cultural se han ido cruzando genéticamente entre ellas durante siglos dando como resultado una ingente cantidad de degenerados- ocurren cosas como las que nos cuenta Shuttle de una manera tan habitual que incluso se hacen películas.
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