Esta tarde –por deseo expreso de mi señora, que no me ha dejado escoger película- he visto La duda, una cinta protagonizada por Meryl Streep y Philip Seymour Hoffman ambientada en un colegio del Bronx a mediados de los 60. La historia que nos cuenta esta obra es la de la cruzada que la directora de la institución, una inflexible y estricta hermana Aloysius, entabla contra el padre Flynn, quien parece mostrarse especialmente atento con Donald Miller –el primer estudiante negro matriculado en el colegio-, un chaval que quiere ser sacerdote y que venera a su mentor. Piltrafillas, no os contaré el final pero podría hacerlo ya que, de hecho, no os desvelaría nada. Y es que en el fondo lo que importa no es lo que le ocurre al padre Flynn sino la duda –de ahí el título- que nos queda. ¿Es culpable de pederastia?, ¿no lo es?, ¿esconde algo?... y si así fuera, ¿está ese “algo” relacionado con abusos a menores? No hay peligro de que me acuséis de ceguera inducida por la fe –a poco que me hayáis leído sabréis que entre ateo, agnóstico o irreverente podéis escoger para mi el apelativo que os plazca- si os aseguro que a mi modo de ver, si alguien actúa irreponsablemente en la trama, esa es la puñetera hermana Aloysius. Incluso en casos de este tipo –o quizás por ello, aún más- hay que estar muy seguro de las pruebas que se tienen antes de acusar a nadie.
Piltrafillas, después de lo ocurrido en los Estados Unidos a principios de la década que propició entre otras actuaciones el cierre masivo de parroquias en la archidiócesis de Boston o el escándalo más reciente destapado en Irlanda después de años de investigación, parece que el momento es el indicado para asistir a una película como La duda desde una vertiente que se aleje del simple esparcimiento ante la pantalla. Así es amiguitos, lo que esta cinta plantea es hoy más vigente que nunca y debe servir para alertarnos, por una parte de episodios deleznables que aún nos resultan más nauseabundos por venir de quienes vienen. Pero, por otro lado debe servir para que seamos conscientes de lo peligroso que es identificar a toda una institución –nos guste como funciona o no, estemos de acuerdo con su papel en la sociedad actual o no- por los actos de un número determinado de sus miembros. En eso, la parábola sobre el chismorreo y la almohada de plumas que el padre Flynn utiliza en su sermón es de lo más acertado.
En cuanto a la película, os diré que me ha parecido lenta y que sólo se salva por la interpretación de los dos protagonistas principales. Además, el desenlace, al no existir como tal, me ha dejado con las ganas de saber lo que en realidad ha ocurrido. Así pues, recomendada para fans de la Streep y anticlericales sin remisión. Los que esperéis respuestas absteneos, La duda no las da.
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