La historia de esta mujer es sorprendente piltrafillas. Se llama Sunny Buick, y afirma que nació en una pequeña y solitaria cabaña metida en un bosque de la Columbia británica del Canadá. Hija de madre soltera y hippy, de pequeña ésta se la llevó a California acabando ambas –tras múltiples desplazamientos por el estado- en San Francisco. Siendo una adolescente decidió que de mayor se convertiría en una artista del tatuaje pero –aunque su madre la apoyó siempre en el aspecto creativo, tuvo a bien darle una educación- antes se empeñó en finalizar sus estudios. Tras un período de aprendizaje con un tatuador, Sunny comenzó una carrera como profesional compaginando su trabajo con el de pintora. Colaboradora de un buen número de magazines y toda una figura en la tatto scene, en la actualidad vive y trabaja en París.
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