El año pasado ya os hablé del precioso Citroën DS, un vehículo que recuerdo haber visto por las calles de mi ciudad cuando era pequeño. Hoy os quiero hablar de un automóvil del que no guardo constancia en la memoria de haber visto por Barcelona en mi infancia y que conocí por las revistas y algunas películas francesas. Me refiero al Citroën SM, un coche revolucionario que surgió de la colaboración entre la marca francesa y la italiana Maserati. Con muchos puntos en común con el mencionado DS –no en vano Robert Opron, ingeniero responsable del SM, fue discípulo del mítico Flaminio Bertoni, autor del primero-, este coupe con motor V6 y soluciones mecánicas avanzadas a su tiempo supuso un revés en la economía de la marca. Producido entre 1970 y 1975, este deportivo causó sensación en el salón del automóvil parisino en su edición de 1971. Sin embargo, podemos decir de una manera gráfica que, aunque los componentes del coche estaban bien pensados y el resultado final era aparente, la unión de las piezas era defectuosa. El motor no era V6 en origen –sino un V8 al que se le habían quitado cilindros-, además se sobrecalentaba en exceso y tenía una ubicación demasiado forzada... y lo que es peor, consumía demasiado combustible, lo que –sumado a la crisis del petróleo de los 70- propició la cancelación del proyecto.
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