Amiguitos, me dispongo a regalarme una sesión doble del director británico Guy Ritchie, alguien que –aunque algunos no lo crean- ya era famoso antes de casarse con Madonna. La primera que pienso ver es RocknRolla, una película a ratos frenética pero bastante densa, con mucho diálogo –es casi obligado verla en versión original para advertir los giros y entonaciones de sus personajes-, que nos cuenta como un par de delincuentes que acaban debiéndole dinero a un capo de los bajos fondos londinenses llamado Lenny Cole –delincuente de la vieja escuela con diversos políticos en su bolsillo que asiste a la llegada de extranjeros al negocio con cierto desencanto- entran en contacto con una bella joven que les propone llevar a cabo un atraco. No saben que la chica no es otra que Stella, una guapa contable necesitada de emociones fuertes que está casada con un abogado homosexual y trabaja para Yuri Omovich, un gangster ruso recién establecido en la capital –muy sibilina su presentación como dirigente de un club de fútbol, no diré nombres- que se ha asociado con el mencionado Cole para conseguir permisos de edificación. En esas, los hombres de Arch –lugarteniente de Cole- querrán recuperar una pintura de gran valor sentimental para el ruso –se trata de una especie de amuleto de la buena suerte- que le dejó en préstamo al capo británico y que éste ha extraviado. El tiempo apremia porque Omovich –que cree haber perdido su buena estrella- quiere que Cole se la devuelva. Paralelamente –en una trama enrevesada de engaños, humor inglés, violencia y devaneos amorosos-, nos enteramos de que el hijo del viejo gangster es una estrella rockera drogadicta que finge su propia muerte para aumentar las ventas de su último álbum.
Piltrafillas, según parte de la crítica, Rocknrolla es un intento del realizador por recuperar las buenas críticas que cosecharon anteriores filmes suyos como Snatch, cerdos y diamantes –una película que a mi me gustó mucho- y hacer que se olviden fracasos como Revolver, la otra cinta que pretendo visionar. Desde mi punto de vista no ha conseguido superar la primera, pero el resultado es más que logrado y la actuación de la mayoría de los intérpretes más que aceptable. Sin embargo, lo cierto es que soy poco objetivo ya que me gustan mucho las películas de bajos fondos londinenses, con ese estilo tan diferente a la delincuencia norteamericana a la que estamos más acostumbrados a ver en cine y televisión –más violenta, excesiva y cargada de acción, como fuegos de artificio-, pero con métodos igual o más implacables. Ah amiguitos, la vieja Europa.
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