Y ahora -después de la infumable Meatball Machine, para qué nos vamos a engañar- regreso al cine coreano –hacía mucho que no había vuelto a ver una cinta de ese país- de la mano de Park Chan-Wook, el aclamado realizador de JSA y –sobre todo- la fantástica trilogía de la venganza de la que ya os comenté mis impresiones hace meses. Hoy he visto Soy un cyborg, una extremadamente colorista, muy visual –sólo en el aspecto estético ya os recomiendo que la veáis- y sorprendente comedia a la que ya hay quien ha calificado como un cruce entre Amelie y Alguien voló sobre el nido del cuco.
La historia nos cuenta como una joven convencida de que es un cyborg es internada en un psiquiátrico. Mientras se alimenta de pilas, conocerá a otro interno que se esconde tras una máscara y cree que tiene el poder de robar la identidad de los que le rodean.
Ese par de Romeo y Julieta frikis no tardan mucho en enamorarse rodeados de unos seres de lo más psicótico. Se trata de dos pobres jóvenes trastornados que encuentran apoyo el uno en el otro para hacer frente a sus miedos y obsesiones. No hay acción, no hay violencia –bueno, miento, en la cinta hay algún momento Terminator, aunque son delirios de la protagonista y al no ser reales no cuentan-, es algo lenta –característica del cine asiático que sacrifica ritmo por esteticismo- pero creo sinceramente que haréis bien en verla amiguitos, una muy buena película para un sábado por la tarde. ¿Una comedia romántica en el blog del gore y el erotismo? Bueno, asín semos los piltrafillas.
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