Ya han vuelto a meter la pata. Anteayer, el diputado Joan Tardá –miembro de Esquerra Republicana de Catalunya- finalizó un discurso en el marco de un acto con las juventudes del partido dando vivas a la República y exclamando ¡muerte al Borbón!. Estos tipos no aprenden.
Piltrafillas, sabéis que soy partidario de que cualquiera pueda expresar en público sus ideas y que considero totalmente lícito pedir la independencia de Catalunya –aunque no lo comparta- o el cese de la Monarquía –ahí sí que coincidimos-, pero existen unas normas, una ética política que deberían conocer algunos de los parlamentarios que nos representan.
Creo que no debería perseguirse a nadie por decir en voz alta lo que considere conveniente siempre y cuando no lleve a la práctica un delito. Es decir, que opino que yo podría gritar “me cago en el Rey –de un país extranjero, por supuesto- y en su puñetera madre” sin tener que temer que algún juez me encausase. Pero claro, un político como Joan Tardá, un funcionario, un diputado, un servidor social al que pagamos todos con nuestros impuestos –simpaticemos o no con sus ideas- debe entender que no habla como Joanet, el de Cornellá, no, el habla como el diputado Joan Tardá. Y como tal no puede decir sandeces. Pero claro, la gente de ERC –cuyas ideas puedo compartir o no, no es el tema- ha vuelto a dejar claro que de lo que se llama experiencia política tienen bastante poca.
Ahora Tardá matiza peregrinamente sus palabras diciendo que el grito es una exclamación histórica que tiene que ver con Felipe V y los hechos de 1714. Sí, no digo que no sea cierto, pero que no tome a la gente por imbéciles. Él, que ahora se queja de que sus palabras se descontextualizaron, es el primero que el otro día introdujo esa expresión histórica en el contexto actual. A nadie se le escapa que –sea cual sea la época en la que se acuñó- su “muerte al Borbón” se estaba aplicando a la actualidad.
Piltrafillas, dicen que los extremos se tocan. Yo no sé si eso es cierto siempre, pero la verdad es que –en política- los extremos se alimentan los unos a los otros. Así, no hay mayor regalo para el independentismo catalán que las declaraciones de la Derecha más rancia, ultraconservadora y resentida. De la misma manera, los que más contentos se ponen cuando mequetrefes sin visión como Tardá abren la boca son los que se la llenan con la idea de una España Una, Grande y Libre. Y lo malo es que hay mucho ignorante o malintencionado por ahí que –muchas veces desde emisoras de radio o periódicos- se empecinará en identificar a ERC con todos los catalanes. La culpa es tanto de ellos como de los que les dan argumentos. Flaco favor nos estáis haciendo, vosotros, pretendidos salvadores de la patria.
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