Patrick Shuck, el tipo del que ahora os voy a recomendar su trabajo, dice de él mismo que fué fotógrafo desde niño -cuando su tío le dejaba entrar en su habitación oscura- y le regalaron una vieja Voigtlander. En la actualidad se dedica profesionalmente a la moda, la publicidad y –cuando no le pagan por ello- a los paisajes bucólicos.
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