Amiguitos, partiré de la premisa que asegura que los japoneses –en general- son unos frikis de cuidado. Sólo así se explican ciertos comportamientos de aquella sociedad que –por otra parte- tanto me atrae y encandila. Hay infinidad de ejemplos que corroboran mi aseveración –quizás con el tiempo pueda ir hablando de varios de ellos- pero hoy os llamaré la atención sobre la interrelación entre la actitud de ciertas jovencitas y clichés del mundo de la pornografía. Si os hablo de sexo y jovencitas escolares, enseguida os vendrá a la mente la imagen de chicas vestidas de uniforme con faldas extremadamente cortas, calcetines blancos y zapatitos de charol. Aunque se trata de algo bastante corriente en todo el mundo, este género –el de las escolares- es especialmente común en el cine para adultos japonés. Así, mezclando uniformes y lo que se da en llamar Lolicons, es decir, mujeres que se disfrazan de colegiala para aparentar menor edad y comportarse como Lolitas, nos encontramos con que muchos de los estereotipos del erotismo nipón son peligrosamente afines a comportamientos que promueven, glorifican o permiten la pedofilia. Y está tan arraigada esta mentalidad en la población que lo que os digo no se inscribe únicamente en el ámbito de la pornografía. Existen grupos de jovencitas –autodenominadas Kogals, ya sabemos que en ese país todo tiene un nombre aglutinador- que visten sus uniformes escolares obligatorios acortando la longitud de sus faldas y dotándolos de infinidad de accesorios llenos de colorido. Este grupo urbano –las citadas Kogals- se caracteriza por ser excesivamente consumista y materialista, siendo ya –aunque se nutre de miembros que en teoría aún no deberían tener gran poder adquisitivo- uno de los grupos de consumidores más poderoso del país. Quizás por ello –falta de liquidez junto al afán de consumir- tal comportamiento ha dado como resultado el fenómeno del Enjo kôsai, que consiste en que jovencitas en edad escolar –hay estudios que dicen que el número llega hasta el 15% de las estudiantes de secundaria- organicen citas con hombres mayores. En esas citas no siempre hay sexo, pero no se nos escapa que se trata de un claro ejemplo de prostitución encubierta –aunque sea consentida por las chicas ávidas de dinero para gastar rápidamente- que además tiene lugar en un círculo de clientes con tendencias pedófilas. Lo dicho piltrafillas, que Japón será todo lo avanzado y excitante que queráis –los habituales sabéis que hace años estuve allí en dos ocasiones y una de mis mayores ilusiones sería poder regresar acompañado de mi familia-, pero no me negaréis que son unos frikis extraños.
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