viernes, 22 de agosto de 2008

Picado Fino






Hoy me he decidido por una nueva cinta de cine argentino. En esta ocasión la película escogida ha sido Picado Fino, rodada en 1993 por un –entonces- director de fotografía de 30 años llamado Esteban Sapir.

En la película –rodada como a cámara lenta, con muy pocos diálogos y con escenas que muestran imágenes cargadas de simbolismo- se cuenta la historia de Tomás, un chico que vive con su familia en un piso de reducidas dimensiones de alguna barriada dormitorio cercana a una ciudad. Los silencios ahogan la estancia común de la casa –el comedor- en donde coinciden la abuela, la madre -heridas ambas por una melancolía inmensa- un padre que lee el periódico y una hermana que se abstrae escuchando música por sus auriculares. Tomás –que extrañamente lee a Joyce- tiene además una novia que estudia violín.

Cuando ésta –se llama Ana- le dice que está embarazada, Tomás debe encontrar trabajo. Mientras, la vida transcurre lenta, aburrida, sin horizontes. Hasta la mascota que hay por casa –una tortuga- es lenta. Tomás le cuenta un día a su novia que ha encontrado trabajo para ellos dos y el bebé en una tienda de electrodomésticos, pero lo cierto es que se ha convertido en camello y le encantaría que ella abortase. Así, mientras la pobre Ana sigue con sus clases de música viendo como se le echa el tiempo encima, el chico sigue con su vida lenta y su familia aburrida mientras folla de tanto en tanto con una amante que conoció en un pub. En el último tercio de la película, Ana le dice a Tomás “tenés que despertarte, la vida no es un sueño, las cosas pasan”. Pero así es Tomás, un tipo adormilado por culpa de su soporífera existencia, un pobre chaval que si por el fuese dejaría a su familia y a su novia embarazada y huiría lejos de una existencia que –como pasa en estos casos- no tiene perspectivas de mejorar.

Al parecer, la película se filmó íntegramente en casa de la abuela del director y se montó fotograma a fotograma con la ayuda de dos reproductores de vídeo. Mi impresión ha sido buena, pero la película es rara de cojones. Si lo que buscáis es una película “normal”, iros a ver la televisión. Si lo que os he contado del argumento os atrae y sois amantes de la fotografía y los experimentos visuales, os la recomiendo.

En el papel –una colaboración especial- de profesor de música de Ana encontramos a Miguel Ángel Solá, reconocido actor en Argentina y en la actualidad encumbrado a la fama mediática en nuestro país por su televisivo papel de un teniente de policía que busca desaparecidos.

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