Después de hablaros de Amadeo Gordini, el hombre que se involucró en el proyecto de Alpine con Renault para construir vehículos deportivos, me acordé de que cuando yo era pequeño existía un coche cuyas formas me gustaban mucho, pero que conocía por dos nombres. Ese coche era el Renault Dauphine, que también identificaba como Gordini. En mi ignorancia, suponía que se trataban de dos marcas diferentes –desconocía la razón por la cual compartían carrocería- cuando, en realidad, era el mismo coche en sus versiones de calle y deportiva.
El Dauphine pisó las calles en 1956 y era un sedán de cuatro puertas con motor trasero. El precioso diseño de las líneas del vehículo no evitaba que su estabilidad fuese algo imprecisa por lo que en ocasiones se hacía necesario lastrar el portaequipajes con saquitos de arena. Además –aunque ignoro si la siniestrabilidad del Dauphine era superior a la de sus coetáneos en las carreteras- me he enterado de que tenía el sobrenombre del “coche de las viudas”, ya que se suponía que muchas mujeres lo habían heredado después de que sus maridos falleciesen en accidente. Por otra parte existía un Dauphine más deportivo, diseñado por Amadeo Gordini, que me llevó al error de identificación que os he comentado antes. Se dejó de fabricar a finales de la década de los 60, aunque durante la primera mitad de los 70 se seguía viendo por nuestras calles.
En la actualidad hace muchísimo tiempo que no he visto ninguno. Quizás no sea un prodigio de la técnica o el diseño, pero es de los más elegantes de los que recuerdo de mi infancia.
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