domingo, 19 de noviembre de 2017

Black magic (1975)


Y de Hong Kong me ha llegado esta Black magic, una interesante cinta de celos y brujería que se inicia con una chica pidiendo a un brujo que haga un sortilegio para que mueran su esposo adúltero y la amante de este. El tipo lleva a cabo el hechizo y provoca la muerte de ambos aunque a la mañana siguiente, cuando la hermana de la fallecida encuentra los cuerpos, contacta con un nigromante que logra devolver la energía negativa hacia el brujo, quien escapa magullado de la destrucción de su hogar. 
Años después nos encontramos con Lo Yin, una rica mujer de la alta sociedad de Kuala Lumpur que se ha encaprichado de Xu Nuo, un ingeniero de la construcción enamorado de su novia –la maestra Chu-yin Wang– que sin embargo se resiste a su acoso. Poco acostumbrada a no conseguir lo que se propone, la mujer se obsesiona de tal manera con el joven que incluso desprecia al hombre que la pretende. Este contacta con el brujo que ya conocemos para que le haga un hechizo de amor. El sortilegio funciona pero Lo Yin descubre rápidamente lo que ha ocurrido. Pasado el enfado inicial, decide contratar los servicios del mismo brujo para conseguir el amor de Xu Nuo. La treta tiene éxito y el joven planta a su amada el mismo día de la boda para irse a vivir con Lo Yin. Sin embargo, la ambiciosa mujer no está contenta con la situación y solicita un hechizo de muerte para desembarazarse definitivamente de su competidora, Chu-yin. 


Producida por los estudios de los hermanos Shaw –hace tiempo os hablé aquí de Bamboo house of dolls, otra cinta de los mismos productores– y rodada en Malasia por Ho Meng-Hua, Black magic es una entretenida cinta de brujería con un argumento marcado por la obsesión sexual y el deseo de conseguir a cualquier precio el amor no correspondido. Con unas interpretaciones discretas, una fotografía aceptable y unos efectos especiales patéticos –el final de la cinta es de vergüenza ajena–, lo cierto es que esta simpática peliculilla es perfectamente recomendable para una tarde dominical de otoño con alcohol y algo de picar. Y ya sabéis amiguitos, sangre, pelo, barro y leche, la llave del corazón que os ignora o el cuerpo que os rechaza.

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