viernes, 25 de julio de 2008

Cristina García Rodero


Hace poco, alguien aseguró que, psicológica y somáticamente, los hombres siempre han sido y serán una bolsa de semen con piernas. Yo reo que tenía razón. Últimamente -ya lo comenté cuando no hace tanto os hablé de la violencia contra las mujeres- me está comenzando a dar cierto reparo pertenecer a un grupo, en ocasiones, tan impresentable.
Para ilustrar esta reflexión solo tenéis que mirar la fotografía que adjunto, de la genial fotógrafa Cristina García Rodero, correspondiente al festival Eros 2000. A la foto solo le falta el sonido para poder oír esos gruñidos de macho hispánico en celo tan característicos, y un poco más de resolución para poder advertir la baba que rezuma de los labios de los afortunados espectadores. Pero, amiguitos, ¿habéis visto que cara tiene el joven de las cejas pobladas?, ¿y el del pelo blanco -cámara de vídeo en ristre- de la segunda fila?
A ver. Yo creo que tampoco somos imbéciles. Algo debemos tener los hombres cuando hemos estado tantos siglos al frente de la sociedad, marginando a esos seres superiores que son las mujeres. Quizás es que, en el fondo, las feministas que gritan y se quejan son las menos listas. El resto, las inteligentes, se mantienen en la sombra sabiendo que -siempre que le hagan pensar al hombre que es él el que lleva la batuta- es más fácil sostener las riendas de la sociedad. Y es que, ¡joder!, a veces somos tan simples.

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